Premios Goya: la cobardía de 2022 de los que gritaban ‘No a la guerra’ y ‘Nunca máis’ en 2003
Los lectores más jóvenes de Contando Estrelas no recordarán, porque eran muy pequeños o ni siquiera lo vivieron, lo ocurrido en los premios Goya de 2003.
El escandaloso mitin de los premios Goya de 2003
La gala se hizo el 2 de febrero de ese año en Madrid. Entonces el Partido Popular estaba en el gobierno, que tenía como presidente a José María Aznar. El periódico socialista El País comentaba esa noche: “Las proclamas políticas fueron constantes: a la guerra contra Irak (“No a la guerra”, decían una y otra vez los ganadores sobre el escenario); a la catástrofe del Prestige (“Nunca máis”, dijo el primer presentador de la noche, Javier Bardem, abriendo la veda), y a la política de José María Aznar“. En uno de los párrafos de aquella crónica se puede leer esto:
“El tono político de la gala -presidida por la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, que tan sólo fue enfocada una vez, y de refilón- fue creciendo y Luis Tosar (Goya al mejor actor de reparto) recomendó al presidente del Gobierno que si quería petróleo no hacía falta ir a Irak. “Ahí arriba ya tiene usted mucho”. La ovación fue total y el grito “¡Nunca máis!” no se hizo esperar. Al Goya de Tosar le siguió el de Geraldine Chaplin, que gritó un encendido “No a la guerra”. “La paz es la bomba”, dijo Achero Mañas. “Guerra contra la guerra”, manifestó Julio Wallowits, director, junto a Roger Gual, de Smooking room, la película que logró el premio a la mejor dirección novel”.
Aquí podéis ver un vídeo a modo de resumen de aquel acto:
El enmudecimiento de la gala de los premios Goya de 2022
Aquella gala fue un mitin de izquierdas en toda regla, como lo han seguido siendo las galas de los Goya en años sucesivos. Pero la película cambia cuando gobierna la izquierda. Anoche se celebró la gala de los premios Goya 2022. Este evento se produce en circunstancias muy parecidas a las de la gala de 2003. Como entonces, hay una invasión en ciernes, pero esta vez no es EEUU contra Irak, sino Rusia contra Ucrania. Así mismo, España acaba de padecer una tragedia. Entonces fue el hundimiento del “Prestige” y la marea negra que afectó a las costas gallegas, pero ahora es una pandemia que ha matado a casi 100.000 españoles, y una nefasta gestión política que ha arruinado a muchos españoles, con unos precios de la luz escandalosos, con una presión fiscal asfixiante y con España como el único país de la UE cuyo PIB va a menos entre 2019 y 2022.
Igual que ocurrió en la gala de 2003, anoche en la entrega de los premios Goya estuvieron actores de izquierdas como Luis Tosar y Javier Bardem, que tanto la liaron hace 19 años en aquel mitin cinematográfico contra el gobierno de Aznar. También estaban allí algunos miembros del gobierno, entre ellos Pedro Sánchez. Los cineastas y actores españoles tenían una oportunidad de oro para protestar contra la nefasta política del gobierno socialista-comunista, que tanto daño está haciendo a España, pero la izquierda farandulera enmudeció.
Ni una crítica al gobierno, ni un ‘No a la guerra’ contra Putin
Anoche, en el gran mitin del cine español, no se escuchó ni un “No a la guerra” ni una sola crítica al gobierno. La única referencia al ejecutivo la hizo Verónica Echegui, que animó a Sánchez y a su familia a ver su película y le dedicó un amistoso y sonriente “tómatelo en serio”. Las razones de ese cobarde silencio son fáciles de adivinar. Por un lado el sectarismo político ideológico tan típico de nuestra izquierda, que le lleva a sentirse muy molesta por algo pero sólo cuando lo hace un gobierno de derechas. Y por otro lado, el poderoso caballero don dinero: el año pasado Sánchez anunció 1.603 millones de euros para el sector audiovisual, que engloba al cine. Y no se muerde a quien te da de comer.
Dicho sea a las claras: el gobierno ha comprado el apoyo y el silencio de los actores con el dinero de todos los españoles, por eso Sánchez no tiene tanto miedo de ir a una gala de los Goya como el que exhibe a la hora de salir a la calle a encontrarse con los currantes de a pie. A eso le podemos añadir que a nuestros actores y cineastas les parecía fatal que Bush invadiese Irak, pero si Putin amenaza con invadir Ucrania, chitón. Y no creo que sea porque Putin les caiga mejor que Bush, sino porque esta guerra en ciernes no la provoca EEUU y el pacifismo de la izquierda española se echa una siesta, igual que se la echa su supuesto amor por la democracia cuando toca hablar sobre Cuba o Venezuela
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