El BCE toma el control de la economía española
Emboscados en el relajo de la Semana Santa han sido pocos los españoles que se han enterado de una noticia de enorme transcendencia para el país y todos los que formamos parte del mismo.
La alta dirección del Banco Central Europeo (BCE) se reúne en pleno Jueves Santo y, por boca de su presidenta, Christine Lagarde, anuncia que en verano la institución económica/financiera clave de la Unión Europea dejará de comprar deuda por mor de la desbocada inflación y el deterioro de la situación económica en la eurozona. Hay que recordar que el Estado miembro con mayor inflación es España, que supera en cuatro puntos la media de los países de la Unión.
A partir de ahora se acaba la fiesta. El bar pone el candado en las reservas de alcohol. Supongo que el presidente Sánchez, allá donde esté de solaz,-es de suponer que en algún palacio del Estado- habrá sido informado de la medida porque ya no va a ser posible la barra libre.
¿Puede subsistir el Reino de España sin que el BCE siga comprando la enorme deuda pública? No. Es un aviso muy serio acerca del nivel de gasto por cuenta corriente que produce el Estado. Un asunto que nunca el Gobierno socialextremista creyó que pudiera ocurrir y ha ocurrido. El BCE, que en los últimos años se ha distinguido por su generosidad en la compra de deuda de los países de la eurozona, ha dicho basta, so pena de producir un colapso inflacionario que conduciría a la estanflación. Han aprendido de la gran crisis financiera del 2008 al 2011.
La medida, insisto, anunciada en Jueves Santo -lo cual da idea del peligro que vislumbran- es un clarísimo aviso de que los gobiernos tienen que apretarse el cinturón. Yo imagino al nuestro sentado en la mesa del Consejo de Ministros discutiendo qué hace a partir de ahora con la deuda que genera.
Este cuadro me empieza a parecer demasiado a lo que ocurrió en la etapa final del pobre Zapatero. Y Sánchez despreciando los papeles rigurosos sobre la economía española que le llevó Feijóo en la reunión de la semana pasada.
¡Hay que prepararse!
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