Año tras año se repiten las descalificaciones a los cristianos desde la izquierda
Los motivos de la izquierda islamófila para mostrarse tan amargada cada Semana Santa
La izquierda dice ser la representante en exclusiva de la tolerancia, pero se trata de una tolerancia selectiva, al menos en lo que respecta a las religiones.
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Unas descalificaciones que la izquierda nunca dirige contra el Islam
Estos días en las redes sociales se están leyendo los típicos mensajes de izquierdistas sectarios que dedican toda clase de descalificaciones contra la Semana Santa, insultando a la Iglesia Católica en unos casos, y en otros despotricando contra las procesiones y las costumbres y creencias de los cristianos. Curiosamente, nunca hacen lo mismo cuando los musulmanes celebran el Ramadán, ¿por qué será?Es más, cuando alguien hace algún comentario crítico hacia el Islam, ya sea en ésas u otras fechas, nuestros izquierdistas son siempre los más rápidos en clamar contra la “islamofobia”.
España mantiene muy vivas sus tradiciones cristianas
Obviamente, estas fechas tienen que ser muy duras para los que desearían que España fuese como Corea del Norte espiritualmente hablando. A pesar de los enormes esfuerzos de la izquierda por descristianizar España, nuestras tradiciones siguen muy vivas y se muestran en estas fechas con un fervor que no deja lugar a dudas sobre la sinceridad y autenticidad de esas expresiones de fe. Eso tiene que ser muy frustrante para nuestra izquierda cristianófoba.
Manifestaciones públicas de religiosidad: algo que la izquierda no traga
A eso hay que añadir otro punto relacionado con el anterior. La izquierda no sólo ha tratado de descristianizar España, sino que además ha pretendido expulsar a la religión de la vida pública, imponiendo un laicismo intolerante que sólo acepta la religión como un asunto privado y recluido en la intimidad del hogar o del templo. Y sin embargo, cada Semana Santa esa izquierda se topa con unas manifestaciones populares y públicas de religiosidad, que además se saltan todos los cánones del laicismo, que pretende arracar nuestras tradiciones y condenarlas al olvido apelando cínicamente a la libertad religiosa, cuando lo que en realidad busca es cercenar ese derecho fundamental.
Las tradiciones de nuestras Fuerzas Armadas y su popularidad
Uno de los puntos que más enervan a los laicistas la participación de nuestras Fuerzas Armadas en muchas procesiones, una participación que se enmarca en la libertad religiosa que consagra nuestra Constitución en su Artículo 16 y que el Tribunal Constitucional consideró como plenamente compatible con la aconfesionalidad del Estado en su Sentencia 34/2011, que afirma: “cuando una tradición religiosa se encuentra integrada en el conjunto del tejido social de un determinado colectivo, no cabe sostener que a través de ella los poderes públicos pretendan transmitir un respaldo o adherencia a postulados religiosos”.
Pero que haya militares, guardias civiles y policías participando en procesiones no sólo cabrea a gran parte de la izquierda por la expresión de fe que ello supone, sino también porque una parte considerable de la izquierda no traga la enorme popularidad de nuestras Fuerzas Armadas y de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, popularidad que queda patente en muchas procesiones con la atención, los aplausos y las muestras de apoyo que reciben los que sirven a España en los ejércitos y en los cuerpos policiales. En el caso de la izquierda separatista, esa popularidad duele más que un cólico nefrítico, ya que identifican a nuestros militares y policías como defensores de aquello que ella más odia: España.
La agenda progre está encontrando cada vez más contestación en España
Finalmente, estas celebraciones dejan en evidencia que la agenda progre está muy lejos de conseguir sus objetivos en España, pues aunque haya conseguido erosionar nuestras libertades y democracias hasta extremos insospechados hace décadas, aún hay muchos españoles que siguen siendo fieles a su fe, a sus tradiciones y al legado que les transmitieron sus antepasados.
No se trata de una actitud meramente conservadora en el sentido de preservar unos valores sin adentrarse en el ruego político, sino que además eso se está expresando en una cada vez mayor contestación social a las imposiciones de la izquierda, algo que se ha manifestado claramente en el auge de una opción política, Vox, que defiende sin complejos esos principios. Hace sólo cuatro años pocos imaginarían que esa respuesta podría traducirse en 52 escaños en el Congreso y estar hoy en día a punto de convertirse en la segunda fuerza. ¿Se entiende ahora mejor la amargura de la izquierda?
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