sábado, 15 de agosto de 2020

LA CUEVA DE ALÍ BABÁ

La comparación no puede ser más acertada

Pablo Iglesias FOTO Europa Press

Pablo Iglesias Turrión, Vicepresidente segundo del gobierno de España, ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 –manda narices- y, Secretario General de Podemos desde 2014, es el Alí Babá de la escena política española. Más conocido como “el marqués de Galapagar”, es diputado en las Cortes Generales desde un fatídico 2016. Su consorte es Irene Montero Gil, ministra de Igualdad y también diputada por Madrid, durante las últimas cuatro legislaturas, en el Congreso de los Diputados por la formación morada. La pareja tiene tres vástagos en común. Ambos, comunistas convencidos y ateos confesos y recalcitrantes, son los jefes de la manada podemita.

Allá por marzo de 2011 se inició un movimiento ciudadano conocido como “los indignados” de la puerta del Sol, aparentemente espontáneo, pues estaba teledirigido desde el otro lado del Atlántico y capitaneado por los heraldos del chavismo. Aparecían en escena los Monedero, Echenique, Errejón, Mayoral, Kichi, Bencansa, Montero y un largísimo etcétera de acólitos del comunismo de peor versión. Suman más de cuarenta y son legión, auténticos corsarios de la anti España, pregoneros de la insumisión al sistema, defensores del trabajador y republicanos anti monárquicos, entre otras excelencias ideológicas.

Podemos, o Juntas Podemos, o como quiera que se llamen, engatusó, engañó y conquistó la voluntad de los desengañados de la izquierda radical, aquellos desilusionados por la corrupción socialista y el abandono de los intereses de la clase obrera. La situación del PSOE se había convertido en el abono ideal para que germinara la llama bolivariana. Gentes desesperadas y huérfanas del zapaterismo acogieron con entusiasmo desbordante a la nueva formación. Los cuentos de las mil y una noches, el Valhalla, o el nuevo nirvana se difundió como un reguero de pólvora para provocar el estallido del amotinamiento del pueblo desarraigado. Sus amistades peligrosas fueron, desde sus orígenes, los enemigos de nuestra Patria, es decir, anarquistas, comunistas, pro etarras, radicales, independentistas, feminazis, nazionalistas, y cualquier horda de pelaje anti español.  La caverna sumaba adeptos, mercenarios y tropas a la banda.

El denominador común de las tribus coaligadas, llamadas mareas y de otras mil maneras, era el sectarismo y el posicionamiento radical contra el sistema de partidos, la institución de la corona, la Iglesia, las Fuerzas Armadas, el capital, la banca, la empresa, la familia tradicional, la educación concertada y privada, y en definitiva el régimen que les había permitido nacer, expresarse, participar y gobernar. Ese sistema que ellos pretenden derrocar, lapidar y borrar de la faz de la Tierra. Sus concepciones bioéticas tampoco tienen desperdicio: eutanasia, eugenesia, aborto, o legalización del consumo de droga son algunas de sus reivindicaciones. Un nuevo orden mundial pretenden implantar, más justo y social, inspirado en los paraísos  venezolanos, castristas, o estalinistas, verdaderas democracias y ejemplos de progreso social y económico. Las hemerotecas deben recordarnos quienes son estos salva patrias de pancarta, banderola y eslogan ingenioso. Hoy, con el paso del tiempo y la fuerza del ejemplo demostrado, se convierten en mentira declarada y engaño intencionado.

A la luz de los hechos probados podemos afirmar, sin ningún género de dudas, que son la nueva casta, convertida en la nueva nobleza de la izquierda española; que son antidemócratas confesos y convencidos; que aquella corrupción que tanto detestaban es la que practican con enorme éxito y rédito personal y político; que aquel sistema despreciado desde la tribuna es el que les da de comer y bien vivir; que la financiación de su partido procede del narcotráfico, de la dictadura chavista y del régimen de los ayatolás. La corrupción, el tráfico de influencias, el blanqueo de capital, la purga interna, la eliminación de la disidencia, y tantos otros comportamientos denostados, criticados y criminalizados, son su santo y seña en su quehacer político. ¿Cómo pueden tener la caradura de señalar a los otros con el dedo acusador del inquisidor? ¿Cómo se atreven a salir a cara descubierta a convertir la mentira en verdad y la verdad en mentira? Espero que sus votantes les abandonen y les den una patada en el trasero en las próximas convocatorias electorales. Muchos ya se han sentido defraudados y engañados, manipulados  y traicionados por estos revolucionarios de zambomba y pandereta, pero muchos más deberá haber.

Qué pronto se les olvidó a los marqueses de Galapagar la humildad, la sencillez y la pobreza obrera dignificada. Qué rápido cambiaron el Valle del Kas por los aromas de la sierra madrileña en su nuevo casoplón comprado a un precio de millonarios. Cómo disfruta la feliz pareja de la protección y custodia de la Benemérita Guardia Civil. No podemos olvidar los humildes salarios de estos antisistemas acaudalados, sus coches oficiales y demás prebendas vinculadas al cargo. Qué ejemplo de virtud  y sacrificio. Hay que ser muy descarados para presentarse a los demás con el panfleto de la revolución social y progresista.

Pablo Iglesias, Alí Babá para que nos entendamos, ha diseñado una trama, junto a su amigo Monedero –apellido muy acorde con su función en la organización-, para la financiación de la banda. Se está investigando el asunto y mala pinta tiene, pese a la permanente negativa de la evidencia de los indicios. Su corte de está llena de revolucionarios de salón, poltrona y sillón dispuestos, como cortesanos, a servir a su Señor, sabedores de que su subsistencia está vinculada al futuro del jefe tribal.  Mientras, Sánchez, su primo de Zumosol, le dispensa apoyo fraternalmente interesado, pues es muy consciente de la necesidad de la muleta podemita, verdadero contrafuerte del gobierno social-comunista. La fuerza del número exige aceptar la compañía del clan de Iglesias para poder sobrevivir a la pérdida del gobierno.

Yo, con mi palabra escrita y proclamada, no cejaré en arremeter contra los enemigos de la Patria, de defender a España del ataque corsario de los traidores, felones y desertores de nuestra maravillosa nación. Además, sirva de chascarrillo final, me encomiendo a Santa Rita, patrona de las causas imposibles, para que nos dispense su ayuda y protección.

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