lunes, 23 de septiembre de 2024

Siguiendo al PULPO


El seguimiento de los pulpos adultos se realizó entre mayo y octubre del 2022 en las islas Cíes. En la imagen, el pulpo Aníbal.

El seguimiento de los pulpos adultos se realizó entre mayo y octubre del 2022 en las islas Cíes. En la imagen, el pulpo Aníbal.

Investigadores del CSIC y del IIM emplearon telemetría acústica para profundizar en el conocimiento del Octopus vulgaris. Marcaron 24 ejemplares en aguas de las islas Cíes

Es la primera vez que un pulpo se toma tanto tiempo para contar (involuntariamente) su historia. No es un animal migratorio, sino que cuando alcanza la madurez parece más cómodo en su guarida. Cuando sale, prefiere hacerlo al amanecer o al anochecer y, por lo general, no se aleja demasiado de su refugio. El motivo fundamental de sus paseos es el alimento y en las islas Cíes no le supone demasiado tiempo por la abundancia de recursos. En cuanto consigue bivalvos o crustáceos, base de su dieta, regresa a su refugio para comer.

Conocer cómo se conducen los pulpos y analizar sus movimientos es una fijación para la comunidad científica, ya que se encuentran ante un ser con enormes habilidades, que incluso ha servido como modelo para estudiar el funcionamiento del cerebro. Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, acaban de abrir un importante camino en este ámbito con la publicación del estudio Primeros conocimientos sobre el comportamiento espacial de Octopus vulgaris en estado salvaje mediante telemetría acústica.

«Aprovechamos la red de telemetría acústica que ya existía en las islas Cíes para conocer más a estos animales, a los que marcamos con emisores acústicos. Hasta ahora, el conocimiento que manejábamos era a partir de inmersiones de buceo, así que disponer de información constante durante seis meses es un avance revelador», explica Ángel González, investigador del CSIC y autor de la publicación.

Para realizar el estudio, en mayo del 2022 los investigadores marcaron 24 ejemplares (11 hembras y 13 machos). Colocaron los transmisores en el tercer brazo ya que los animales no mostraron «casi ningún» signo de incomodidad al aplicárseles este método. Los octópodos, ajenos a la presencia de cámaras, fueron comportándose como de costumbre, realizando sus desplazamientos habituales y revelando información de sus hábitos a los científicos. Tres de los machos ofrecieron todo un serial, al enviar señales a las estaciones receptoras acústicas «durante un período prolongado, de entre tres y seis meses». Otros ejemplares, sin embargo, nunca fueron detectados, acabaron atrapados en nasas horas después del marcaje o dispersados del área de estudio. En total, los investigadores pudieron registrar 215.927 detecciones «limpias» en las islas Cíes, entre Faro, San Martiño y el islote de Viños. La cifra supone todo un hito a nivel internacional para la comunidad científica especializada en esta especie.

Los científicos situaron los marcadores en el tercer brazo del animal, que no mostró «casi ningún» signo de incomodidad.

Los científicos situaron los marcadores en el tercer brazo del animal, que no mostró «casi ningún» signo de incomodidad.

Los investigadores «descargaron» los datos de las detecciones en noviembre del 2022. De media, pudieron seguir a los individuos 35 días. El ejemplar más dispuesto activó las estaciones durante 148 jornadas. «Hasta donde sabemos, este es el período de retención más largo registrado para cualquier especie de pulpo utilizando telemetría acústica y supera el tiempo de retención de estudios previos», destaca el estudio.

Más difícil resultó el seguimiento de las hembras, de las que se realizó un seguimiento medio de apenas cinco días. Se cree que tiene que ver con que las pulpas permanecieron mucho más tiempo en sus guaridas, entregadas a una heroica puesta de huevos. Su maternidad es terminal y, tras la puesta, acaban muriendo extenuadas por el esfuerzo y la dedicación entregada al cuidado de su descendencia.

El estudio ha servido para conocer que los pulpos realizan excursiones prácticamente a diario, pero no se alejan demasiado de sus madrigueras, ya que la distancia media apenas supera los diez metros (la mínima fue de 0,29 metros y la máxima, 273). Además, la aplicación de telemetría acústica ha permitido conocer que los machos cohabitan en una misma zona. En cuanto a sus hábitos horarios, los octópodos parecen cómodos madrugando y durante el atardecer, ya que su actividad alcanzó «su punto máximo» a las 5 de la mañana y a las 6 de la tarde. Sin embargo, prefieren quedarse en casa al mediodía y a las doce de la noche.

Identifican a una larva con quince ventosas en el marco del proyecto Ecosuma

El seguimiento de los pulpos forma parte del proyecto Ecosuma, promovido por el CSIC a través del IIM. Es una propuesta ambiciosa, que se ha desarrollado a lo largo de varios años y que, además de estudiar cómo se comportan los ejemplares adultos, también ha permitido profundizar en el conocimiento de la especie cuando todavía es una paralarva y un juvenil.

Entre las conclusiones del análisis destaca la inmigración de la especie durante su etapa pelágica, siendo un ser minúsculo. En este punto de su vida, las corrientes oceánicas arrastran a los pulpos hasta «aguas libres» de entre 1.000 y 2.000 metros de profundidad, explica Ángel González. El trabajo de campo de esta parte del proyecto Ecosuma se llevó a cabo entre Galicia y el norte de Portugal y los investigadores se apoyaron en datos históricos de los últimos 25 años.

Hallazgo

Uno de los hitos de este proyecto ocurrió de madrugada, a bordo del Sarmiento de Gamboa, cuando los científicos, conteniendo la respiración, descubrieron en su lupa una paralarva de quince ventosas. Es un auténtico hallazgo porque hasta la fecha solían encontrar octópodos de menos de diez ventosas. Siendo tan minúsculo, el Octopus vulgaris se alimenta de hasta 33 especies de presas, «que corresponden con organismos presentes en el zooplancton».

A medida que crece, cuando el pulpo alcanza la edad juvenil, emprende su regreso a aguas costeras. En esta etapa, los científicos detectaron trece tipos de presas «que se correspondían con organismos bentónicos», explica el CSIC.

No hay comentarios:

Publicar un comentario