El fantástico secreto que esconden los higos
A pesar de que el higo es conocido popularmente como una fruta, realmente no lo es. ¿Qué será entonces? Te revelamos su gran secreto.
Un higo no es una fruta cualquiera. En realidad, ni es una fruta de verdad, sino que una inflorescencia invertida. Las higueras no florecen de la misma forma que otros árboles frutales, como los cerezos o almendros.
Los higos tienen una historia muy curiosa. Más allá de no ser una fruta, ellos necesitan del sacrificio de una avispa para reproducirse, un insecto que muere dentro del higo.
En realidad, el higo no es una fruta, sino una flor invertida, que depende de una especie específica de avispa para su reproducción.
Esta relación mutua que existe entre la higuera y la avispa de los higos es una de las más fascinantes de la naturaleza. Ambos tienen su existencia entrelazada; no puede existir unos son el otro. Donde no hay avispas de los higos, las higueras no se reproducen, y viceversa.
El ciclo de reproducción de las avispas de los higos sólo ocurre en el interior de los higos. Estos, a lo largo de decenas de millones de años de evolución, acabaron tan modificados debido a la interacción con estos insectos, que en la actualidad son confundidos con frutos.
«En la naturaleza vemos mucha competición, por eso llama la atención la interacción entre la higuera y la avispa de los higos. Las dos especias caminan juntas para adaptarse mutuamente y tentar sobrevivir. Si una muere, la otra también desaparecerá», dijo Dario Abel Palmieri, del Departamento de Biología de la Universidad de São Paulo.
Los higos realmente no son frutos, son envoltorios que contienen en su interior centenas de flores minúsculas que producen semillas internamente, gracias al trabajo de polinización realizado por las avispas. Estos insectos transportan el material genético y les permiten reproducirse. Por su parte, las avispas no podrían vivir sin los higos, ya que depositan sus larvas en su interior. Esta relación se conoce como simbiosis o mutualismo.
La polinización
Generalmente, la polinización ocurre como consecuencia de la búsquela de alimento por parte de los insectos o animales. El caso de la relación higo-avispa es un tanto más compleja. Dado que la higuera es el único sustrato en el que las avispas ponen sus huevos, una vez dentro de la higuera, los descendientes de la avispa “fundadora” colocan el aguijón debajo del estilete para depositar el huevo.
Mientras tanto, la “fundadora” esparce el polen que trajo de la higuera donde nació, fertiliza las flores femeninas y garantiza la producción de frutos y semillas y, en consecuencia, la supervivencia de las higueras.
Habiendo finalizada la polinización, el higo comienza a madurar y cambiar de color. Una vez que alcanzan la madurez, las avispas hembras dejan el fruto de la higuera en la que se criaron y van en busca de higueras para polinizar.
Debido a su corta esperanza de vida y al largo viaje para encontrar un árbol, solo unas pocas avispas pueden polinizar una higuera. Las hembras reconocen una higuera lista para la polinización producto de señales químicos que emiten los árboles.
Para llegar a la flor, la avispa necesita entrar por el poro del fruto y llegar a su cavidad. Estas avispas se llaman “avispas del higo” porque son las únicas capaces de polinizar el fruto. Pertenecen a la familia Agaonidae.
Aunque esta relación simbiótica se considera algo repugnante y quizás sombría, recuerda, es necesaria para la supervivencia de ambas especies y para que este ciclo de la cadena alimenticia no termine.
Amenaza silenciosa a los polinizadores
Sin polinizadores, la mayoría de las plantas nativas y cultivadas que consumimos no sobreviviría. El número de polinizadores está disminuyendo en todo el mundo, y esta reducción resulta en una amenaza a la biodiversidad, a la salud y a la alimentación humana.
Dentro de los motivos principales de esta disminución está el uso indiscriminado de pesticidas y herbicidas, la existencia de especies invasoras y la pérdida y fragmentación de los ambientes naturales, así como también la degradación ambiental.
El cambio climático deberá reducir en gran medida el número de locales aptos para la sobrevivencia de los polinizares más importantes para la preservación de los ecosistemas naturales.
Estos factores reducen el número de especies de plantas con flor —que son fuente de alimento para los polinizadores— como el número de locales disponibles para reproducción, abrigo y migración de los polinizadores. Además, una amenaza silenciosa comenzó a ser observada: el cambio climático.
Las Unidades de Conservación, según un artículo publicado en la revista científica PLoS ONE, serán incapaces de mermar esta reducción. Lugares que satisfacían las necesidades de los polinizadores comienzan a volverse inhabitables, a medida que la temperatura aumenta y las lluvias se vuelven impredecibles.
Lo que la mayoría de las persona no entiende, es que la pérdida de polinizadores implica en una pérdida económica en la agricultura y silvicultura, y provoca un desequilibrio en la naturaleza.
Varios estudios ya mostraron la importancia de la existencia del hábitat natural dentro de propiedades particulares, para garantizar —e incluso aumentar— la producción agrícola. Sin embargo, el incumplimiento de la legislación ambiental sobre la protección de la vegetación nativa es una cuestión de seguridad alimentar e hídrica, dado que la mayoría de los polinizadores garantizan y aumentan nuestra producción de alimentos.
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